Me he quedado solo. No en el sentido físico, pero si en el espiritual. No soy dado a melancolías ni tristezas, no desde que me di cuenta que esto son cuatro días. Vivo en mi ciudad natal, preciosa y amada ciudad, en la que cada esquina me dice algo, me trae algún recuerdo. Y quizás ese es el problema y tenga que buscar otro sitio. Algún plan de evasión tengo. Por salud mental.
Intenté refugiarme en los libros. No se si conocéis estos versos de Quevedo:
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.
Los libros no bastan, no son nada sin la vida a la que imitan. Ya lo intuía y lo he comprobado. Me faltan los amigos expatriados, mi chica y algunas buenas perspectivas sobre el futuro. Sin dramatismos. Es sólo que me siento solo.
Prometo que el próximo post va de follar ;)