Tenía el blog cogiendo polvo y bastantes ganas de actualizar para contaros una pequeña perversión que tengo.
Cómo ya conté en otra ocasión, me encanta pajearme pensando en mi ex.
Después de la ruptura, masturbarme pensando en ella suponía para mí una práctica placentera aunque también bastante dolorosa. Era cómo una droga, no podía parar. La echaba de menos y la única forma de desahogarme era imaginármela encima mío, el rostro crispado por el placer de la cabalgada. Buscaba videos en los que saliesen chicas parecidas a ella y me pajeaba con ellos y la foto de ella al lado. Día y noche masturbándome de esta forma. Enfermo de sufrimiento y deseo. Una locura.
Con el tiempo todo el dolor y la furia fueron desapareciendo, y por fin también el rencor. Solo el morbo, una excitación que no puedo definir, sigue ahí. Sigue gustándome pensar en ella, en la primera vez que follamos, mirándola alucinado cuando se corrió, retorciéndose encima mío con aquella expresión de dolor y gusto, en la ocasión en que comía polla mientras yo veía un partido de fútbol en el sofá, fingiendo indiferencia, en la última vez que desabroché su sujetador. Nostalgia al fin y al cabo, pero ya no dolorosa.
También he buscado satisfacer otro deseo incumplido. El deseo de ver a otro disfrutando de mi vicio secreto. No sabría decir por que, pero me gustaría ver a otro masturbándose con ella. Sigo en ese empeño.
No se si lo entenderéis, o si os habrá pasado algo parecido, pero es cómo una adicción que alimenta muchas de mis fantasías.